Mi querida Amiga.
Te recibí hace 12 años, nuestro
encuentro fue inesperado. Desde pequeña recuerdo que hemos tenido gatos como
"mascota". Pero tu llegada marcó la pauta de una amistad.
Ese día llegamos mi hermana y yo
a la casa, vimos un cojín rosado, croquetas y una nota escrita por nuestro
" Tío Juan" ; él tenía llave y nos dejó la sorpresa . La nota decía
que nos regalaba un "gatito", hijo de "la Mapacha" y de
"Benito".
Te buscamos por todos lados, y tú
de escurridiza te fuiste no sabemos cómo al patio de atrás, pero eso no lo sabríamos
hasta nuestra presentación. Mi hermana y yo teníamos cosas por hacer, tuvimos
que irnos, nos divertiamos imaginando tu color, tu tamaño y probables nombres,
también experimentamos miedo; miedo de que hayas decidido escapar.
Regresamos con mi mamá a la casa.
Por la tarde te buscamos y no estabas por ningún lado, ni dabas señas de tu
existencia, el sentimiento de incertidumbre se transformó en miedo. Como última
búsqueda, elegí salir al patio de atrás y entonces te vi, estabas sentada,
lamiendo tu patita y limpiando tu cara, eras gris y rayada, pequeña, tan
pequeña que usabas una calceta como sweater, blanco con franjas de colores, te
sobresaltaste e intentaste correr pero te atrapé mientras avisaba que te había
encontrado, mi hermana estaba detrás, te recibimos y desde allí inició la
aventura.
Los gatitos anteriores eran
traviesos, inquietos y algunos agresivos
pero tú eras femenina, delicada, tranquila, tan serena que dudábamos que fueras
un "gato" normal porque allí aun creíamos que lo eras.
Pasó una semana, mi hermana te observó y
entonces nos dimos cuenta que eras "ella" y no "él" temíamos
decirle a mi mamá pues ella nos había dicho que la condición de tenerlo es que
fuera macho y no hembra, le dijimos, corajeó un poco porque mi tio "había
hecho trampa" pero a regañadientes te aceptó. Mi papá no tuvo ningún
problema pues a él le encantan los de tu tipo. Elegimos tu nombre por propuesta
de mi hermana. Pasó el tiempo, cambiamos el sweater por collar y cascabel, tu
serenidad se transformó en inquietud de aventuras y travesuras, saltabas a los
árboles, corrías, jugabas con la escoba y disfrutabas de tu libertad. Tu pelaje
también se modificó ahora era pardo y brillante.
Fuiste mamá en dos ocasiones a
una edad corta, ambos embarazos fueron inesperados, difíciles pero fuiste
valiente y lo sobrellevaste de una manera inteligente. Tus hijos eran hermosos,
con una personalidad tan distinta entre ellos pero cada uno especial a su manera.
Cada vez te amábamos más, cuando
creíamos que no podíamos sentir mas amor lo sentíamos. La relación fue
madurando, conversábamos constantemente contigo, tenías una mirada inteligente
y expresabas tus emociones como una persona. Eras incondicional cada vez que
estábamos tristes o enojados acudías y amorosamente nos consolabas.Además me viste crecer, te conocí cuando inicié la secundaria, me acompañaste en la prepa, la licenciatura y algún tiempo después.
Es una creencia general que los
gatos son egoístas, fríos, autoritarios pero contigo aprendí que no es así;
antes de conocerte también tuve esa idea con mis experiencias anteriores.
Contigo descubrí que puede nacer una relación profunda y auténtica como con un
ser humano, sólo se necesita atreverse a hacerlo; contigo aprendí a diferenciar
entre la indiferencia y ser auténtico,
entre ser distante con ser autónomo, aprendí que para ti no existían jerarquías,
tanto tú como nosotros nos reconocíamos como iguales y nos respetábamos.
Esto es sólo un vistazo a nuestra
relación, pero hay sentimientos y experiencias extraordinarias que vivimos
juntas.
Llegó el día en que te marchaste,
ya no importan las razones. Ese día simplemente te fuiste; fue el momento en que me despedí de ti, sabía
que era la última vez que te vería, te acaricié por última vez, te contemplé y
tuve mi última conversación, tu mirada me respondía; inevitablemente las
lágrimas corrían pero ¿sabes?, pude controlar esa tristeza que sentía, esa
incredulidad para que me vieras serena por última vez y te quedaras tranquila
de que estaríamos bien, felices de que descansarías pero principalmente que
supieras que estábamos agradecidos contigo. Siempre estarás presente.
Te ví el día siguiente de tu
partida en el sueño, te veías radiante, feliz y un poco más joven de la última
vez que te vi, me hablaste con tu patita como solias hacerlo y me lamías, ha sido
de los sueños más hermosos que he tenido y me siento feliz de saber que estás
en paz y que probablemente vendrás a visitarme en los sueños, a final de
cuentas lo hacías en vida y comprobé que los felinos efectivamente viven en dos
mundos.
Querida amiga, te amo y agradezco
la maestría con que me enseñaste lecciones de vida tan sencillas y tan
complejas a la vez, por cuidarme y corresponderme de la misma manera. Nos
veremos cuando sea momento.
Comparto esta carta dedicada a ti
para compartir la experiencia de amar a otro ser vivo y hacer una invitación a
que se atrevan a crear esa conexión, a dejar que cualquier animal les dé
lecciones y les correspondan con amor y agradecimiento. Más que ser mascotas
son miembros de la familia, si eligen invitarlo a su hogar háganlo con
convicción y amor, todos venimos a amar y a ser amados. En vida dediquen
tiempo, valdrá la pena, cuando se vayan ustedes estarán tranquilos de que ambos
fueron incondicionales.
Me siento feliz de haberte
conocido, mi conciencia está tranquila. Hasta pronto... "Pichu"
Con amor.
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