Hablar
de sueños…
En
mi país, es una cuestión de hipocresía. En su mayor parte se entiende que al
momento de elegir, nuestras manos han estado atadas y nuestros ojos opacados
por una férrea idealización de lo que “debe ser”. Claro, hablando desde mi
propia experiencia el tema de los sueños siempre ha sido uno matizado con carbón
de la industria. Y no puedo culpar a nadie en realidad, desde que era solo un
niño se intentó encaminarme para seguir pasos fijos, ya trazados, no por mí
sino por otros. Veía ante mis pies los adoquines de un suelo firme, seguro y
probado. Que en otro momento, hace siglos quizá, se hubiese visto enlodado, con
rocas, o tal vez con suave pastizal de colores acres y verdes, sin huellas.
Pero hoy por hoy con piedras anchas, firmes, duras y sobretodo “seguras”.
Pero,
¿Qué es lo que quiero?, Ah sí, sigue tus sueños. Es lo que dicen. Los medios,
la gente, familia, ancianos. La experiencia encarnada, tan sabia, tan única,
tan…rancia.
Sin
objetar, ni plantear algo fuera de lo conocido solo quiero marcar mi propio
camino. Dejar a un lado los vendajes que me cegaba, y cargar ante mí sobre mis
piernas, una pluma en la mano y lodo en mis pies.
No
pretendo ser profeta, solo quiero salir del margen, dejar de seguir las huellas
de un muerto.
Bienvenidos…
Rab Araujo
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